Treptower Park

Cuando poco conocemos de la historia de ciertos monumentos no causan efecto alguno. Se los aprecia erigidos en plazas, a veces, con algunas vallas de por medio y no dejan de ser sólo eso: monumentos más del montón.

Se sabe tanto de la triste Alemania nazi, de todas las desgracias y peripecias, que estar de cara al memorial soviético de Treptower Park es una experiencia espeluznante.

Al cruzar un conjunto de sauces y varios arbustos, damos vista a un soldado de 12 metros mostrándose imponente y triunfador. Espada de por medio, nos convence de una batalla sacrificada y dura que ha llegado a su fin. Una cruz esvástica perdiéndose en la base demuestra fielmente que hay un tácito ganador. La niña apoyada en sus brazos llega a persuadir que hay un camino nuevo por delante y que se ha combatido, básicamente, por el futuro que simboliza.

Dicha estatua está ubicada en Puschkinallee un poco lejos del centro de Berlín y fue construida en memoria de los miles de soldados fallecidos a causa de la guerra, los cuales descansan, precisamente, en ese lugar.

Montada en el año 1949 después de una reñida elección entre varios diseños, esta estructura es hoy el centro de las procesiones recordando a los valientes luchadores del Ejército Rojo. Se llevan a cabo en cada aniversario del final de la guerra, más específicamente, el 8 de mayo, día en que fue inaugurado, también, el monumento.

Hay muchas versiones sobre la representación de este soldado con la niña en brazos. Más que nada por los miles de niños huérfanos rescatados por los miembros del Ejército y, aunque ninguna de ellas está confirmada, esta interpretación de la concluida guerra resulta ser demasiado conmovedora.

Al fin y al cabo, esos niños liberados son los que hoy tienen la posibilidad de contar su versión de los hechos y trazar una nueva historia.

Tacheles, la Casa Okupa

Tacheles es un antiguo edificio más conocido como “La Casa Okupa” que, tras la caída del muro, fue invadido por una corriente artística bastante particular.

En general no hay muchas normas, pero, en sus inicios, la más importante de ellas era desistir a todo tipo de beneficios o ganancias. Regía más bien el intercambio como apertura a compartir, ya sea sus creaciones o lo que el otro portara. Así, un libro era cambiado por un cuadro, una vajilla por alguna otra pieza y, de ese modo, entre todos respaldaron el comienzo a esta diferenciada propuesta.

Actualmente, poco queda ya de aquel principio, no sólo de la edificación en sí, sino de su criterio fundamental de renunciar al lucro. Hoy nos encontramos con luces resplandecientes por doquier y múltiples artistas prosperando a costa de los turistas. Es lo suficientemente rentable para ellos, ya que no costean renta debido a un convenio fijado años atrás en el que, mediante su firma, avalaban compromiso a conservar en buenas condiciones la propiedad.

Los intentos de desalojos habidos no surtieron mucho efecto, ya que, además de los exponentes del lugar, en el medio, se encuentra un centenar de gente disfrutando lo que allí ofrecen. Podemos citar, por ejemplo, cines, clubes, bares, siendo los dos últimos los más imponentes y concurridos. Con su música electrónica y destellos multicolores incitan a sus visitantes a permanecer en la zona por más tiempo del pensado.

Su patio interno permite una mejor perspectiva de toda la estructura en sí, con la posibilidad de saborear una bebida (tienen buenos precios) echando vistazos a la siguiente parada. Muy cerca se hayan los ya mencionados artistas con los que se puede entablar charlas y conocer un poco más la historia de este magnifico centro cultural.

Uno de los bares, llamado “El Zapata” es uno de los que más convoca. Cuenta con un peculiar Dj encargado de manipular a su antojo una cabeza de dragón, muy llamativa ésta por su lanzamiento de fuego en menor o mayor medida. A su vez, pueden deleitarse con la más variada música mientras baten una partida en sus mesas de billar.

El último desalojo anunciado fue en abril de este año, pero tanto los artistas y las personas que pasan mucho de su tiempo allí, lograron que haya Tacheles para rato.

Potsdamer Platz

Siempre se expresó que el pasado sólo vale para mejorar el presente. Un excelente ejemplo de lo dicho es la Potsdamer Platz.

Al igual que Alexanderplatz y muchos otros renovados lugares de Berlín, fue víctima del desastre de la Segunda Guerra Mundial y permaneció en el abandono durante muchísimo tiempo. Como consecuencia de la división generada por el Muro de Berlín —el cual la cruzaba en su lado Oeste—, esta plaza aguardó años para ser reconstruida.

Con el empeño que caracteriza a la ciudad, de aquel sitio hecho añicos crearon lo que es hoy una de las plazas más impactantes y visitadas de toda Berlín.
Su restitución llevó aproximadamente diez años y la rodean edificios de particular magnificencia. En primer lugar, la Torre Sony diseñada por Helmuth Jahn y principal atractivo de la zona. Por las noches, miles de turistas se maravillan con la espectacular iluminación multicolor de este edificio.

No podemos dejar de nombrar la Torre Debis que, en sus 85 metros, alberga oficinas y restaurantes. Renzo Piano, autor de dicha obra y encomendado de coordinar las mejoras de Potsdamer Platz, prefirió jugar con las luces naturales en vez de las artificiales como es el caso del Centro Sony. Este detalle le aporta un aspecto cálido y reconfortante a la edificación.

También en la Potsdamer Platz se lleva a cabo el Festival de Cine de Berlín que, desde el año 1950, premia a películas de todo el mundo con los ya nombrados “osos de oro”.
Y ya que de cine hablamos, en esta plaza encontramos el cine panorámico Imax.

Quizá, volver a ponerla de pie haya tenido sus demoras —tanto en la decisión como en la acción—, pero visitar el lugar y apreciar las modernidades que hoy la invaden compensan tal espera. Más que nada, porque esta nueva imagen sólo nos confirma que aquel pasado amargo de guerras y pérdidas… no hace más que quedar atrás.

Alexanderplatz

Resulta admirable la solidez con que Alemania se fue levantando de tantos golpes recibidos a través de los años. Todos recordamos la época de los nazis y las secuelas que dejaron. Como consecuencia de la segunda guerra mundial, Berlín sufrió muchísimas avatares quedando la ciudad, prácticamente, deshecha.

Poder apreciar el cambio radical que se ha suscitado en la ciudad provoca una algarabía gigante. Aquel que tenga la oportunidad de rodear sus calles, no sólo podrá distinguir el nuevo color que la abraza, sino también recorrer años de historia.

Alexanderplatz

Alexanderplatz

Uno de los tantos lugares de Berlín que han recuperado su versión y, para mejor, han duplicado la apuesta, es la Alexanderplatz.

Durante la Batalla de Berlín, la antigua Ochsenmarkt (su anterior nombre) fue campo de batalla y blanco de bombardeos que dejaron de su esplendor sólo cenizas. Con el empeño que caracteriza a esta localidad, volvieron al ruedo y hoy disfrutamos de uno de los lugares más preciosos de toda Berlín.

Está ubicada en las cercanías del Río Spree y cuenta con estructuras de máxima atracción. Una de ellas es el Fernsehturm de 368 metros de altura. Colocada sobre una torre, esta televisión puede ser vista hasta 40 kilómetros a lo lejos. La plataforma que alberga esta delicia de la tecnología nos invita también a disfrutar de un paisaje general de la ciudad, ya que esta gira 360 grados.

Reloj mundial en Alexanderplatz

Reloj mundial en Alexanderplatz

A su vez, encontramos en la misma Alexanderplatz el Reloj Mundial realizado en metal y dispuesto para llevarnos al encuentro con el tiempo de 24 zonas horarias. En su parte superior hay una suerte de sistema solar que cautiva con la rotación de un planeta por minuto.

Los graffitis y frecuentes pinturas realizadas en La Fuente de la Amistad de los Pueblos dejaron atrás al antiguo mercado de ganado que allí funcionaba y es hoy parte de la creatividad moderna de muchos jóvenes. Esta estructura es una de las más visitadas en la plaza por corrientes punks que, además del encuentro con tal belleza, llevan a cabo encuentros con la famosa cerveza (y sus derivados) alemana que tanta repercusión ha ganado.

Todas estas atracciones, como también la Haus des Lehrer (casa de la maestra), la Marienkirche (La iglesia de Santa María) y el Rotes Rathaus (ayuntamiento rojo), nos muestran a Berlín nuevamente de pie, “en la lucha”, con ganas de seguir creciendo… y de deleitarnos con su belleza.

El oso, la mascota de Berlín

En Berlín vemos osos en la bandera, en el escudo, en estatuas, logotipos y hasta en uno de los premios del festival más importante de la ciudad.

Son muchas las teorías sobre la abundancia de estas representaciones. Uno de los supuestos acerca de tal predominio (quizá el más corriente de ellos) es porque Ber (Bär en alemán), la primera mitad del nombre, significa oso.

Otra conjetura es que sea en distinción al duque Alberto I —nativo de Bradenburgo y figura ilustre en la colonización de Alemania— al cual denominaban “Alberto el oso” por su valentía y tesón.
Profundizando sobre la elección de este animal, algunos datos revelan que, en épocas remotas, solía usarse como emblema en el escudo de los nobles. Actualmente, sigue formando parte del escudo oficial.

De todas estas versiones no sabemos ni sabremos cuál es la correcta. Lo cierto es que el oso se convirtió en la mascota de Berlín. Para ser más específicos, “Tilo” (perteneciente al zoológico), es el patrón de la ciudad.

Comprendiendo esto, Eva y Klaus Herlitz, dos empresarios alemanes, crearon en el 2001 la escultura del oso y la llamaron Buddy Bear (Oso Amigo).

Oso berlines

Oso berlines

Llegaron a pintarse alrededor de 300 y fueron colocadas en diferentes calles y plazas centrales. Representan a distintas naciones y fueron diseñadas por artistas oriundos de cada una de ellas. Luego, se forjó la idea de emplazarlas en un círculo denominado United Buddy Bears.
La primera exposición tuvo lugar en la plaza Pariser Platz en el 2002 y su aceptación fue tal que, con el pasar del tiempo, se inició una gira mundial generando la creación de más osos.
Al cobrar tanta importancia, la United Buddy Bears se alió a la UNICEF y hoy en día, con las recaudaciones de cada presentación, ayudan a muchísimos niños necesitados. Según los medios de comunicación, al finalizar la vuelta al mundo, se subastarán en beneficio de más niños.

Podemos hallar, aparte de estas, más esculturas en todo Berlín. En el parque principal, por ejemplo, se erigió el monumento al oso del artista español Antonio Navarro Santafé, siendo una de las más importantes de la capital. Y, como mencionamos al principio, en el Festival de cine, el máximo galardón es “el oso de oro”.

Finalizado lo dicho, podemos afirmar que en su recorrido por Berlín, tal vez no se cruce con algún artista destacado, pero seguramente, sí con cualquiera de estos osos reconocidos.

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